Este lunes, el vocero de la Secretaría de Seguridad Pública, Ernesto González Quiroz, hizo unas declaraciones que no pasaron desapercibidas para la comunidad tuitera de Xalapa, la misma que en las últimas fechas ha reportado incidentes como balaceras y ejecuciones en la región.
El funcionario tuvo una reunión con el alcalde de Xalapa, Américo Zúñiga, así como con tuiteros conocidos que, sin intenciones de ejercer juicio (y sin mencionar nombres para no herir susceptibilidades), están más identificados con la parte oficial; internautas que, por lo que escriben, se reconocen para quién trabajan y cuál es la tendencia de lo que tuitean.
El Twitter es un vecindario gigantesco anónimo. No obstante, al menos en Xalapa y Veracruz, la comunidad tuitera ha logrado reunirse y conocerse en persona.
Algunos hasta relaciones sentimentales han establecido.
Pese al anonimato que ofrece Twitter (y como igual pasa en periodismo), lo peor sería desdeñar a los usuarios, a los lectores, y pensar que son imbéciles que creen todo lo que se publica; las reputaciones del tuitero y el periodista precisamente se basan en la veracidad y corroboración de sus datos; no así el caso de la comunicación social, que se ha degradado a realzar la imagen de un personaje o dependencia, colocarlo en la escala de gran estadista u organización libre de toda maldad.
Vaya, por ejemplo, al secretario de Gobierno incluso lo ponen al nivel de articulista económico vasto, como si la banda de la facultad de Derecho no lo conociera sus mañas desde que era estudiante… hace poco.
En Twitter, por ejemplo, se aprendió la lección de no hacer caso a todo lo que se publica a raíz de las detención de dos usuarios que se la jalaron al decir que estaban disparando a niños desde helicópteros, abonando al pánico generalizado por el ambiente de violencia que prevalecía en ese entonces en el puerto de Veracruz; aunque la reacción del gobierno estatal fue peor al acusar de “terroristas” a los cibernautas, sin antes desactivar o desmentir las patrañas que habían publicado (y siguen publicando, pero ya son contados los que les creen).
Otro de los casos recientes fue el de la camioneta blanca que transportaba órganos. La gente no se tragó totalmente el cuento y al contrario: se organizó en las mismas redes sociales para decir que no era verdad y que se fuese responsable con la información que se divulgaba.
El 15 de enero de 2011 escribimos precisamente que luego de unas intensas balaceras del día anterior por el rumbo de Casablanca, la paranoia prevalecía en redes sociales y a Xalapa la pintaban peor que Irak; no obstante, del mismo modo, pudimos darnos cuenta que en verdad (al menos en Twitter) existe una responsabilidad con la información.
La gente no se traga todos los cuentos, como también será difícil que SSP logre una credibilidad plena con sus comunicados donde se plantan como paladines de la justicia, quienes siempre son agredidos por malandros que tienen mala puntería y que no se detuvieron en la revisión.
González Quiroz tiene razón cuando afirma que “la inadecuada utilización de las redes sociales en ocasiones genera situaciones de alerta entre la población”.
Destacó: “La información debe de fluir pero con responsabilidad.
Lo que circula en estos espacios son mitos o para crear escenas de miedo que sólo logran alertar a la ciudadanía. (…) La información debe de fluir pero con responsabilidad”.
El mismo funcionario, no obstante, avala en sus declaraciones a la prensa al detallar que “se debe tener la seguridad de con quién o quiénes estamos platicando; en las redes se utilizan nombres ficticios que en varias ocasiones nos hace caer en una falsa información de personas desconocidas”.
Dicho esto, la gente confiará en quien le diga la verdad y no le oculte hechos o disfrace realidades para hacer creer que la Policía de Veracruz es la más heroica y eficiente del mundo, en un estado donde no pasa nada.
Pero tampoco se puede dejar de lado que el principal dolor de cabeza de la administración, y en especial de la Secretaría de Seguridad Pública, ha sido precisamente el uso de las redes sociales que han informado incidentes que en otros tiempos no se sabrían.
En el pasado, decía el maestro César Vázquez Chagoya, sólo te enterabas de lo que pasaba en el estado por el Diario de Xalapa, pero que tardaba por lo menos un día o más.
El gobernador Javier Duarte de Ochoa, reiteradamente en reuniones con reporteros, destaca que su administración ha sido la primera en darle importancia al fenómeno de las redes sociales.
Es tanta la importancia, que hasta Alberto Silva Ramos, el coordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado, protagoniza encuentros escritos contra rivales del actual gobierno.
Otra es la “estrategia” de Seguridad Pública implementada hasta hace unos días cuando ocurrieron cambios en Comunicación Social: la de “atacar” con un pequeño ejército de tuiteros oficiales (trolles) a quienes se atrevían a cuestionar a la dependencia y a su titular Arturo Bermúdez Zurita.
Lo que no admiten es que su estrategia de comunicación ha sido deficiente, plena de equivocaciones y no por nada comenzaron a dejar de mandar boletines de prensa: por los constantes errores que hacían reenviar asiduamente una “actualización” de los mismos.
Que la culpa no es de los tuiteros que buscan informar.
Y es que estamos seguros que si en Twitter no se supieran de los eventos violentos en la entidad jarocha, quizás tampoco la dependencia se vería obligada a informar por lo menos la parte oficial de los sucesos.
Lo mismo pasa en periodismo: si no se descubre, si no se revela, las dependencias y gobernantes se hacen de la vista gorda en situaciones que no les conviene informar.
Y tampoco se creen mucho los boletines que la dependencia envía, precisamente porque la sociedad, los lectores, los tuiteros, saben que la parte oficial siempre oculta cosas, como parientes ejecutados por andar “levantando” cantantes.
A estas alturas, los funcionarios en lugar de desacreditar a las redes sociales como fuentes de información, mejor deberían buscar una estrategia plena sin pelearse con los que quieren hacer trascender la realidad de las calles.
Bueno, quizás no hay bronca en el Facebook: ahí apenas se están enterando del caso de la “Mataviejitas”.