El 23 de mayo, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés) reportó brotes de diarrea epidémica porcina en 17 de 19 estados productores, entre ellos Veracruz, lo que confirmó el gobierno federal a través del secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Enrique Martínez y Martínez.
El funcionario federal aceptó la alerta sanitaria, pero pidió que no se sobredimensionara el problema; expresó entonces que la incidencia de la enfermedad era mínima, haciendo un balance de que se trataba solamente del 0.00005 por ciento con relación al inventario de 16 millones de cabezas de ganado porcino del país.
No obstante, el diario La Jornada subrayaba en una edición de ese día acerca de las declaraciones del funcionario: “Descartó que la situación vaya a impactar en las exportaciones que México realiza a Japón.
En un comunicado, el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria expuso que del total de muestras –el mismo número que dio a conocer la OIE– sobre casos notificados previamente como sospechosos, únicamente 770 casos resultaron positivos de las 2 mil 309 muestras que se levantaron. Asentó que en donde se detectó la enfermedad son los estados de México, Aguascalientes, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Puebla, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Veracruz”.
En el municipio de Perote existen instalaciones de la empresa Granjas Carroll --de capital estadounidense-- dedicadas a la cría de porcinos, pero la misma ha estado en el ojo del huracán desde el 2006 cuando el entonces diputado local por Xalapa, Atanasio García Durán (PRD), dio a conocer a través de fotografías las condiciones insalubres en que operaba dicha empresa.
Las imágenes (que pueden verse en EnlaceVeracruz212.com.mx), mostraban los cadáveres de los cerdos apilados por montones en carretas, en fosas llamadas “biodigestores” o simplemente tirados en el suelo. Todos con la misma escena: pudriéndose y llenos de moscas; focos de infección donde sólo con ver las fotografías nos imaginamos la pestilencia que despedían los cuerpos podridos de los cerdos. A eso, súmese que los desechos los tiraban a una laguna artificial llamada “de oxidación”, donde acumulaban el estiércol, vísceras y sangre de los animales sacrificados.
Un verdadero crimen al medio ambiente. Un real escenario de porquería que en ese abril de 2006 se dio a conocer y llegó a niveles internacionales. Con el escándalo en puerta, Granjas Carroll “desmintió” que existieran condiciones insalubres en la zona y comenzó una campaña de amenazas contra sus trabajadores y familias ubicadas en el Valle de Perote.
Amedrentó a periodistas y a activistas que quisieron visitar nuevamente la zona y empezó con estrategias que hoy incluyen hasta redes sociales para mostrar la “cara amable” de esta empresa extranjera.
Lo peor: hubo una persecución judicial en contra de quienes se atrevieron a dar a conocer las porquerías de Carroll, acusándolos formalmente de difamación.
El Gobierno de Veracruz, a través de sus órganos como la Procuraduría y los grupos políticos de la región de Perote en ese entonces sirvieron como comparsa a la compañía estadounidense para intimidar a los críticos y denunciantes, a la par de que se hacían loas por la creación de empleos.
Hoy, a 8 años de que se destapara la cloaca que es Granjas Carroll, de buena fuente surgida en las entrañas de la corporación, trasciende que dicha empresa se encuentra desde hace tres meses en etapas de cuarentena porque han detectado un brote de diarrea porcina sin que hayan notificado a las autoridades. De hecho, se sabe que para acceder a la planta se tiene que pasar por un periodo de espera de al menos cuatro días y otros cuatro días para salir.
El secretismo de Granjas Carroll es preocupante pues, como se menciona al principio de esta columna, hubo un brote internacional que activó las alertas también en México, ya que dicha epidemia afectó a 17 estados incluido Veracruz.
Hoy, no quieren que se sepa nada del asunto y ni siquiera han notificado a la autoridad correspondiente. Y no es para menos: cuando Atanasio García Durán dio a conocer las condiciones asquerosas en que la planta laboraba, Granjas Carroll y el Gobierno de Veracruz hicieron hasta lo imposible para frenar el escándalo. Incluidas las amenazas.
Se sabe que el virus de la diarrea porcina no afecta a seres humanos, pero nuevamente pone en tela de juicio la manera en que crían el ganado para consumo humano, que debería ser lo más importante de todo y no estarse preocupando por los empleos que se puedan afectar.
Claro que es importante un polo de desarrollo, pero Granjas Carroll, con los antecedentes que tiene y la información que trasciende en estos días, ¿a qué precio debemos de aguantar? Ojalá y sean rumores, pero repetimos: la fuente es digna de todo crédito. Al tiempo.