Las recientes fiestas de Teocelo finalizaron con una tragedia: un muerto que se habría podido evitar si no hubiese prevalecido la necedad de la alcaldesa Ana Lilia López Vanda, y de su esposo Óscar Hernández de la Cruz, señalado como quien manipula y mueve los hilos en el Palacio Municipal.
Como se recordará en la pasada administración, Teocelo estuvo en el plano internacional al convertirse en el primer municipio del país en prohibir las corridas de toros y festejos como las conocidas “vaquilladas”: un remedo de la Pamplonada que se realiza en España y a la vez una vulgar cantina que desde temprana hora tiene briagos a los aficionados a “torear”; que no tiene ni pies ni cabeza, ni fundamento histórico, más que remedar a la Pamplonada y a la Xiqueñada, que a su vez es un remedo de las fiestas de Huamantla.
Más allá de si el anterior alcalde Cristian Teczon Viccón realizó o no una buena gestión en el periodo 2011-2013, debemos reconocer que su administración colocó a Teocelo como un lugar que forma parte de un movimiento mundial que promueve el respeto a los animales. De ahí, Teocelo volvió a ser recordada como base de una de las radios comunitarias más respetadas en el país, entre otras virtudes donde también destaca el ecoturismo y el turismo religioso con el monasterio benedictino en la comunidad de Texin. Teocelo, por sí solo, roba reflectores a los vecinos municipios de Xico y Coatepec, con todo y sus nombramientos como Pueblos Mágicos.
Veracruz, con todo y sus defectos, ha sido una entidad donde prevalece y se siente el respeto a los animales por parte de la sociedad civil. Existe una ley --mal hecha-- pero ya sienta un precedente jurídico. Todavía no se prohíben en el estado ni las corridas de toros ni las peleas de gallos. Ya ni hablemos del submundo criminal de las apuestas.
A la salida de Teczon volvió otra vez el PRI a tomar control del municipio, y desde un principio la alcaldesa Ana Lilia López Vanda mostró amplio rechazo al reglamento municipal que prohibía espectáculos taurinos. De hecho, se volvió una ferviente promotora de estas “tradiciones”, sin tener conocimiento, ni fundamento, y sólo por el hecho de “festejar”.
De hecho la alcaldesa, cuando era candidata, rompió como ciudadana el reglamento al desafiar a la autoridad organizando a finales del pasado trienio una “vaquillada”; frente a los vecinos de la Avenida 5 de Mayo realizó tal evento y --sobra decirlo-- ninguna autoridad detuvo los “festejos”. Eran tiempos de campaña y el alcohol embrutece a cualquier pendejo o apendeja a cualquier bruto.
En todo caso, ella, a la alcaldesa de Teocelo, como primera autoridad del municipio le puede resultar una responsabilidad legal por omisiones y por no respetar un reglamento municipal oficial. Ya no es candidata y el tema puede llegar al Congreso.
Lo triste es que al menos la aspirante a diputada federal por el distrito de Coatepec, al cual pertenece Teocelo, es la secretaria de Protección Civil, Noemí Guzmán Lagunes, quien ni se desligó del asunto y todavía subrayó que este tipo de fiestas son “tradiciones arraigadas”. Así el nivel de la gente que quiere sacrificarse y representar a la población de dicho lugar.
El caso es que hay una persona muerta: Edilberto Fernández Patlax, quien falleció por las cornadas de la vaquilla y los fuertes golpes del arrastre. Una muerte que se pudo haber evitado sino fuese por la imprudencia, negligencia e ignorancia de la pareja que gobierna en Teocelo.
Y causa extrañeza que tal pareja esté gobernando tan noble pueblo, pero la realidad es que el mismo rechazo electoral hizo que Ana Lilia López Vanda se convirtiera en alcaldesa: de acuerdo a los datos de la votación, en Teocelo existió un abstencionismo cercano al 60%, y López Vanda ganó con los pocos votos que hubo.
Pero de que a López Vanda y a su esposo no los quieren en Teocelo, esa es la realidad. De hecho, la cabecera municipal está teniendo problemas fuerte por el abasto del agua, situación que las autoridades municipales no han resuelto ni parece que vayan a resolver.
Y causa más extrañeza que el personaje llamado Óscar Hernández de la Cruz, presidente del DIF municipal, sea también promotor de la barbarie taurina disfrazada de “tradición”, pero trasciende que su valemadrismo hacia Teocelo es porque no es originario de ahí: es oriundo de Oaxaca y se casó hace años con López Vanda, quien sí es nativa.
Óscar Hernández de la Cruz, según versiones, padece de un grave problema de alcoholismo. Incluso se recuerda que antes de que fuese alcalde de Teocelo (2008-2010), era un próspero comerciante dueño de las tortillerías llamadas “Ana”, las cuales llevó a la quiebra por su enfermedad.
Cuando Hernández de la Cruz fue alcalde no hizo nada relevante: ninguna obra, ningún beneficio para los teocelenses, pero sí se le recuerda por la flamante camionetota en la que paseaba bajo los influjos del alcohol. Una cantina rodante el entonces vehículo del entonces presidente municipal.
El punto ahora es ¿quién va a responder por el muerto de Teocelo? ¿En Veracruz quien la hace, la paga? Alimañas que se apoderan de un municipio sólo afectan pueblos nobles como el de Teocelo, y cuando existe la pérdida de vida por una negligencia, es entonces cuando se espera una verdadera actuación de la justicia.
Caiga quien caiga, dicen por ahí.
Pablo Jair Ortega
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18 de AGOSTO de 2014