Papantla está en un lugar privilegiado. Como pocos lugares en la entidad tiene a su alrededor recursos para su usufructo turístico: clima, arquitectura, vainilla, indigenismo, artesanía, los voladores (que no son propiamente de Papantla)… ¡coño, El Tajín!
Mucha hambre y explotación es lo que caracteriza a la región papanteca. Pocos son dueños de sus tierras: es como si el tiempo no hubiese pasado y existan todavía latifundistas; a los campesinos no les tocó la justicia del movimiento agrario. Ahí todavía se matan por tierras.
El año pasado Papantla perdió la categoría de Pueblo Mágico. Sitios preferidos por fotógrafos, por quienes quieren conocer las casonas antiguas, los hoteles coloniales, las parroquias y sus reliquias. Todo esto les da acceso a recursos para seguir manteniendo al pueblo intacto. Veracruz era de los pocos estados que podía considerarse privilegiado por tener dos pueblos en esa exclusiva lista: Coatepec y Papantla; y hay quienes dicen que se les olvidó Naolinco, Tlacotalpan o Catemaco.
Ahora solamente queda Coatepec, la capital del café, que también hace dos años estuvo a punto de perder la categoría por la mala administración del alcalde Miguel Galindo, a quien se le hizo fácil ahorrarse los centavos que le enviaba la Secretaría de Turismo federal. De no haber intervenido al rescate la entonces diputada local Silvia Monge, el estado de Veracruz hoy no tendría nada de mágico.
La que perdió fue Papantla. Tiene la desgracia de estar asentado en una zona petrolera, siempre dañina y poco progresista para las comunidades indígenas. Según la visión obtusa de algunas compañías contratistas --e incluso de PEMEX-- el contratar aborígenes en sus trabajos de campo ya les coloca en el pedestal de benefactores de la región. De agricultores y pescadores los pasan a obreros petroleros… ¡Vaya progreso!
Acaba de pasar un episodio lamentable para la capital de la vainilla: un enésimo derrame de crudo que afectó a una amplia zona de ese municipio. Según Petróleos Mexicanos, se debe a la intervención de los ya famosos "chupaductos", ladrones de combustible que según se pegan a los ductos como lampreas y sacan gasolina o petróleo para su reventa.
Un jubilado de PEMEX en el sur de Veracruz nos explicaba cómo se roban los ductos y está lejos de ser un trinche Juan Pérez que carga una cubetita y una manguera: se trata de cuadrillas especializadas de obreros, mínimo 8 personas, que van a puntos específicos de tomas de combustible con herramientas pesadas y hasta con pipa para llenarse de miles de litros. El proceso tampoco es lento: tarda unas horas en lo que se instalan en el punto y realizan las maniobras para perforar con una especie de broca gigante el tubo, que una vez perforado se le extrae el producto. El semanario Proceso detalla en su reciente edición que son bandas que venden los productos al narco, aunque no están exentos particulares.
Sea quienes usen finalmente esos productos, la realidad es que PEMEX no está lejano a detectar cuando uno de sus oleoductos está siendo vulnerado porque pierden presión. Que se hagan los occisos, ya es otro boleto. Tampoco resultaría raro que hubiese personal de la propia paraestatal que interviene en el robo, porque no se trata de un trinche Juan Pérez que va con su cubetita y manguera: es personal que sabe dónde cavar, donde pinchar, donde ir sin ser detectados.
Pero no sólo Papantla sufre por petróleo, sino que ha tenido administraciones municipales pésimas: Bonifacio Castillo Cruz, alcalde perredista en el periodo 1997-2000, tuvo la fortuna de recibir por vez primera el programa Oportunidades y posteriormente encarcelado por malos manejos en las finanzas, saliendo libre a los pocos meses; hoy es dueño hasta de un hotel. Cómo olvidar al "diputado mago", el priísta Francisco Herrera, aquel que se hiciera famoso en el país por andar descaradamente desapareciendo votos en el Congreso del Estado cuando se elegía entonces al Procurador de Justicia veracruzano.
No olvidar al ex diputado federal Rómulo Isael Salazar, empresario juguero a quien se le vincula con los autores de los asesinatos de los últimos años en la región: desde la ejecución del diputado federal Demetrio Ruiz Malerva, de Raúl Gibb, y el síndico de Coyutla, Miguel Alfonso Vázquez.
Papantla tiene a El Tajín en su territorio, pero hasta ahí. Es una ciudad inmensa con pirámides tan impactantes como la de Los Nichos, pero sin la cantidad de visitantes que fácilmente se observan en Palenque o Chichen-Itzá. Vaya, el estado de Veracruz ni siquiera figura en el catálogo de zonas arqueológicas que vía internet difunde el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Los Voladores de Papantla (que según especialistas, no son propios de este municipio, porque se pueden apreciar también en la sierra norte de Puebla) acaban de recibir su categoría de patrimonio de la humanidad… y ya… Chido por ellos.
Ya la Cumbre Tajín que tenía una idea de espectáculo cultural, folklórico, de índole indigenista, en este sexenio se convirtió en algo así como la Rockola Coca-Cola o en un concierto de la K-Buena.
Para la otra, chance el chiste de los voladores inalámbricos, a lo mejor sea la opción viable para atraer al turismo.