La petición para que se retire el HAY FESTIVAL de Xalapa seguramente tiene a más de uno triste, especialmente para esos devoradores de libros en una ciudad tan culta.
Se entienden las razones para la propuesta de que el Hay Festival sea retirado de la capital jarocha: Veracruz no está en su mejor momento, o al menos esa es la apreciación para muchos sectores que han evidenciado problemas financieros o de seguridad.
En lo personal difiero de las razones para pedir que el Hay Festival deje de estar en Xalapa: creo que la histórica ciudad es mucho más que sus conflictos y gobiernos presentes. Es una de las ciudades más cultas del país, es capital estudiantil y cuna de movimientos como el Estridentismo (fundado por Manuel Maples Arce) y el Surrealismo: lo confirmó el Premio Nobel de Literatura 2008, Jean-Marie Gustave Le Clézio, quien aseguró que el movimiento surrealista no surgió en Francia, sino en Veracruz, y lo dijo precisamente en el Hay Festival del 2012.
El mismo Le Clézio subrayó que “la entidad es un centro cultural muy importante en México, además, un centro indígena extraordinario con un pasado prestigioso”.
En pocas palabras: el Hay Festival es más grande que Javier Duarte de Ochoa y esa dimensión no debemos perderla, porque los mandatarios y el poder político son temporales.
Es cierto, no podemos negar la situación de una triste estadística de periodistas muertos y amenazas que siguen por parte de grupos de poder a quienes trabajan en medios de comunicación. Se entienden las razones, pero no se comprende cómo justificar que un evento de tal magnitud abandone su sede en Xalapa.
De entrada, si el asunto es por la violencia y la censura ¿en qué parte del país se está libre de estos dos factores? Estados que podían presumir de estar exentos de eventos violentos, como Yucatán, hoy están padeciendo los mismos problemas que otras partes de la república, quizás en menor escala mediática, pero con los mismos riesgos.
¿Es por la censura en medios? ¿En verdad creen que en el resto de las entidades hay plena libertad de expresión? ¿Creen que los periodistas que no viven en Veracruz están absolutamente comprometidos con la verdad? Hay lugares como Tamaulipas donde de plano ni se tocan ciertos temas como el narco porque sencillamente es tabú.
Xalapa por algo llamó la atención de la comunidad internacional; no nos imaginamos otra ciudad que pueda cumplir con el perfil de una ciudad tan culta como lo es la Atenas Veracruzana, pero que además tenga por sí misma tanta historia e importancia en el ámbito cultural y académico. No nos imaginamos que el día de mañana los organizadores internacionales del Hay Festival den como sede Cancún o Acapulco. Además, no debemos perder de vista que Xalapa fue escogida sobre lugares como el Distrito Federal.
Sí entendemos la postura de una libertad de expresión mermada: que a los invitados se les sugiera no hablar de ciertos temas (aunque algunos han rechazado presiones por parte del gobierno) o pensar que por el simple hecho de que hayan eventos de esta naturaleza, los políticos crean que se ignoran las trágicas realidades veracruzanas.
Sí entendemos que lo anterior es una lógica muy burda, pero los invitados del Hay Festival --los de peso-- tienen las tablas para sortear cualquier tipo de adversidad, censura o incluso desorganización dentro del mismo. Por eso son magnánimos y se les respeta en el mundo.
Un ejemplo: ha quedado en el plano de lo anecdótico, pero se sabe que la logística a cargo de la Secretaría de Turismo de Veracruz ni siquiera busca en internet la foto de los conferencistas y han ocasionado problemas para su recibimiento, traslado y hospedaje. Todo porque el personal que trabaja para el secretario de Turismo, Harry Grappa, peleados con la cultura, no saben ni siquiera a quién van a recibir.
Incluso me atrevo a pensar que sería ilógico querer clausurar el Hay Festival Xalapa, cuando es un foro donde el intelectual, el académico, el escritor o el periodista puede sentarse a decir lo que quiera y demostrar que son libres. Pedir la remoción de la sede es como un acto de autocensura en un estado donde se pide a gritos la libertad de expresión contra de los males perversos que la acosan.
Censurarse a sí mismos también es un acto que indigna porque no todos tienen la posibilidad de viajar para conocer a sus escritores favoritos, pero sí tienen la gran ventaja de vivir en una ciudad como Xalapa que ya tiene este evento en su agenda anual.
Quizás la propuesta de que el Hay Festival se retire de Xalapa vaya más en el sentido de problemas de organización que han sido palpables cuando de última hora han cancelado importantes personalidades, recayendo en el sospechosismo de que realmente no los invitan a tiempo o es pura farsa lo de que vienen autores que ni siquiera están enterados de su participación; luego entonces, los futuros invitados ya estén planteando sutilmente no venir para la próxima edición del 2015.
Lo anterior figura porque algunos de los que ya participaron en ediciones anteriores no firmaron la carta donde se pide que el Hay Festival sea retirado de Xalapa, sino que posibles invitados desde este momento están desairando su participación a sabiendas de lo que implica venir a Veracruz. Esto se subraya debido a que en estas fechas --según una fuente bien informada en la materia-- es cuando se va definiendo el cartel de invitados, que para el mes de mayo debe estar listo y anunciado.
También por eso resulta extraño que la petición esté cercana a los tiempos electorales, y más cuando hay un gran antipriismo (y antiduartismo) entre la comunidad intelectual.
Ahora lo importante será ver la reacción del gobierno; ver qué sucede en los días que transcurren. Hay gente que realmente ha puesto todo su empeño para realizar el sueño de tener la sede del Hay Festival en la capital de Veracruz, con todo y que tienen que lidiar con el burocratismo, como para que así de golpe a Xalapa se le mande por un tubo.
Repetimos: Xalapa y su Hay Festival son más grandes que cualquier gobierno; es ahora cuando se deben aprovechar esos espacios y no llevar la indignación particular a la censura general de un pueblo ansioso por escuchar verdades.