el reciente programa de “Polaca A La Veracruzana” conducido por los periodistas José Ortiz Medina, Manuel Rosete y Raymundo Jiménez, teniendo como invitado al también columnista Arturo Reyes Isidoro, se tocaron varios temas que no deben pasar desapercibidos para los medios y la clase política.
En dicho programa se habló claro sobre que efectivamente el estado se ha ganado la imagen de una entidad represora de periodistas, pero han sido por malas estrategias que el mismo Gobierno de Veracruz ha implementado desde un inicio.
De hecho, como van las cosas, el único legado --más allá del deportivo tan cacareado que tiene como elefantes blancos las instalaciones de los Juegos Centroamericanos y del Caribe-- será el de la administración donde más asesinatos y represiones contra periodistas ha habido.
Uno de los ejemplos más claros, expuestos por los periodistas antes mencionados, fueron el de la relación prensa/poder entre el otrora poderosísimo Fernando Gutiérrez Barrios, quien pese a su fama de ser el tenebroso conocedor de los sótanos del poder y la información política/policiaca, nunca arremetió contra un periodista e incluso personalmente atendía a cada uno de ellos.
Que Don Fernando, siendo la leyenda que es, metió en orden y cesó a todo aquel que se atreviera a tocarle el pelo a un periodista; despidió a funcionarios de alto nivel que se atrevieran a arremeter contra un reportero o fotógrafo. Es decir, con toda firmeza hacía sentir que no se debía joder con la prensa.
Hoy los tiempos han cambiado y el menosprecio a la prensa es cosa de todos los días en Veracruz. Los “pinches medios” veracruzanos son, para muchos funcionarios, los enemigos naturales y han prevalecido las cerrazones, groserías y desprecios antes que la razón, el diálogo y el acercamiento. Es triste, pero es verdad.
En contraparte, este miércoles fueron detenidas unas supuestas reporteras que cargaban con medio kilo de marihuana en pleno centro histórico de Xalapa, mismas que fueron llevadas al cuartel “Heriberto Jara Corona” para su proceso legal. Según versiones, fueron ellas quienes se identificaron como Raquel Herrera Meza y Melina Baena Montoya , reporteras afiliadas a la Asociación Nacional de Periodistas Iberoamericanas.
Y es que independientemente de cada quien sus vicios y atasques, la charola no debería de ser garante de impunidad para nadie, como tampoco para esos políticos o juniors que son detenidos en los alcoholímetros y quieren usar sus nefastas influencias.
Aquí es donde debe entrar la autocrítica hacia el gremio, donde podemos ver que no todos los que se identifican como trabajadores de los medios de comunicación son necesariamente buenas personas, pues, insistimos, independientemente de lo que cada quién se meta a su cuerpo, hasta el momento la marihuana es ilegal.
Ese mismo ejercicio quizás también deba tomarse en cuenta para los casos de los periodistas muertos: ¿quiénes realmente son víctimas del ejercicio de su profesión y quiénes estaban hasta el tronco sirviendo a intereses de grupos criminales?; o peor aún: ¿quiénes están siendo usados como bandera para intereses perversos de grupos políticos contrarios al que ocupa el poder?
En fin, cada quién sus mártires. El ejercicio de autoreflexión y autocrítica tiene que prevalecer tanto en Gobierno, como en la clase política y medios, porque, sinceramente, como veracruzano no me siento orgulloso que mi estado natal sea considerado el peor territorio para ejercer el periodismo por mucho que me caiga bien o regular o de la gaver el gobernador.
Eso, definitivamente, tiene que cambiar “itso fakto”.
AUTODEFENSAS
En Veracruz está nuevamente creciendo el fenómeno de las autodefensas y para bien: vecinos vigilantes se han organizado para patrullar las calles de sus barrios y de esa manera contener la ola de delincuentes comunes que aprovechan el terror del narcotráfico para infundir miedo en las calles. Sí, ya sabe, de esos que se dicen Zetas y que se llevan con el Comandante Noséquemadres y sepa usted cuántas fantasías más.
Y es que la inoperancia de las corporaciones policiacas para atender las olas de asaltos y robos (y también el crecimiento de delincuentes ante lo cual no se ve una estrategia alguna), no son pocas las veces que recientemente se han visto detenciones civiles de raterillos de poca monta que se han salvado de ser linchados.
El estado, con sus instituciones, es rebasado por 8 millones de veracruzanos en un largo estado con población dispersa y muchos caminos que a veces pocos conocen. Es claro que dentro de los veracruzanos habrá algunos malos y éstos se convierten en azote de su comunidad, y ante la falta de presencia inmediata de policías (muchas veces coludidos con la delincuencia) ha crecido recientemente en Veracruz el fenómeno de las capturas de delincuentes comunes por parte de vecinos.
Y es que antes de espantarse de las autodefensas, bien valdría la pena entrarle al toro por los cuernos para poder capitalizar lo poco que queda en el resto del sexenio. Están dándose a conocer cada vez más las noticias donde son los vecinos quienes detienen a los delincuentes, y eso no habla bien las estrategias de seguridad en gobierno.
Por el contrario, hablan ya de una sociedad organizada dispuesta a detener por lo menos a los malandrines que azotan a sus vecinos; que ya no tienen miedo a cualquier soperutano que se dice “sicario”; y en una de esas, hasta a los policías ya no van a obedecer. Al tiempo.