No es la primera vez que el gobernador Javier Duarte hace (o negocia) un cambio relevante de último minuto. Al cuarto para al ratito, tiene a los actores políticos en ascuas, sufriendo, y con maletas listas para irse o desempacar.
Otros dicen que en realidad sólo hay personajes que se están dedicando a presionar haciendo acto de presencia en eventos donde ni siquiera son invitados o filtrando a periodistas supuestas preferencias del que manda en Veracruz. Todo esto es parte del show y de la pugna por el poder.
Esto no es nuevo: son las movilizaciones de los grupos. Adelantadas, eso sí. Y con nuevas tecnologías para mover los chismes más viralmente.
Es ahí donde Javier Duarte da el manotazo. No lo suficientemente fuerte para frenar a los desbocados, pero sí para despresurizar tanto rumor.
Recientemente, esto se pudo ver en el caso de la elección del secretario de Gobierno, decisión que finalmente favoreció a Flavino Ríos Alvarado, y dejando en el camino a Enrique Ampudia y a Amadeo Flores.
Se recuerda también que el joven mandatario dio su visto bueno a la designación de Sara Ladrón de Guevara como rectora de la Universidad Veracruzana, esto, en medio del pleito de los ex rectores Raúl Arias y Víctor Arredondo. Al final, ni uno ni otro.
Y tales situaciones nos recuerdan a la canción de Rubén Blades: “Decisiones, cada día. Alguien pierde, alguien gana”.